Una noche, cuando no podía conciliar el sueño, asomé mis ojos hacia el infinito. Pude notar cómo el tintinear de una pequeña estrella gritaba hasta el cansancio. Era su llanto innumerable. Un instante perdido del tiempo transcurrió. La pequeña partícula estelar se adentró en mi mente, y como si la noche se hubiera tragado el sentir que se desprendía de mí, nos conjugamos de entre sentimientos encontrados, nostalgias y esperanzas venideras.
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