Si quisiera callar sentimientos, me escondería en el último rincón del universo, más no es posible cuando éstos fluyen a borbotones cual diluvio invernal. Por tal razón, he de proclamar nuevas historias y correr por donde los caminos aún no han sido trazados, con la perfecta excusa de que es mejor arriesgar la existencia con esperanzas y nuevos mundos, que vivir bajo la sombra del temor. Innumerables razones nacen entonces cual fenix en el alba.
Una noche, cuando no podía conciliar el sueño, asomé mis ojos hacia el infinito. Pude notar cómo el tintinear de una pequeña estrella gritaba hasta el cansancio. Era su llanto innumerable. Un instante perdido del tiempo transcurrió. La pequeña partícula estelar se adentró en mi mente, y como si la noche se hubiera tragado el sentir que se desprendía de mí, nos conjugamos de entre sentimientos encontrados, nostalgias y esperanzas venideras.
martes, 26 de octubre de 2010
jueves, 21 de octubre de 2010
Escondrijo de ilusiones
Bajo la fuente del silencio se encontraba mi alma antes de conocer las melodías que dibujaban sentimientos; entonces un eclipse otoñal tocó mi alma. Quizá fue la misma poesía y su anhelo trovador, a lo mejor mi timidez fue invadida por la pasión noctámbula y sus mil deatribas. Las huellas ahora atraviesan la delgada línea del tiempo hecho presente. El escondrijo hoy es luz, huele a esperanza por doquier, el revoloteo es imaginativo y hasta inocente. La creación tiene el aliento del amor y sus innumerables esencias.
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