Prefiero el suspiro
al aliento del viento;
anhelo momentos intocables
para contar historias
con los besos del tiempo.
Mientras derribo laberintos en la cumbre,
barajas azules lloviznan
desde lo alto del silencio
y cual si fuera bufón del signo,
creo acertijos improbables.
El ángel invoca entonces
al demonio de su ser
con frases que ni el mismo Hades
es capaz de pronunciar.
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